lunes, 22 de noviembre de 2010

Tango, porvenir y Nostradamus

De niño mi admiración por el médico y astrólogo Michel de Nôtre-Dame, más conocido por Nostradamus, era grande. Mi tía Anacleta me inició en la lectura de las “Las verdaderas centurias astrológicas y profecías” y el siglo XVI me pareció fascinante.
Desde entonces he querido predecir el porvenir sin éxito, pero sigo intentando.

En Barracas el letrista y compositor de tangos Severino Herrera había resuelto predecir apenas algunos asuntos en sus tangos, pues consideraba que las posibilidades de ver el futuro del hombre no eran infinitas. Corría la voz de que un viejo Mago de la calle Iriarte intentó albergar cinco mil años de futuro y le explotó la cabeza. “Un adivino tiene que ser humilde para sobrevivir” decía Severino.
Así como cualquier meteorólogo fallaba su pronóstico del tiempo, los tangos de Severino fallaban sus premoniciones. Su Tango “La descomposición molecular de tu amor” dedicado a su novia Martita decía: “te querré para siempre en un mar catódico donde la ligustrina se deshará en ectoplasma”, el “para siempre” duró una semana y tres días; con el determinado alejamiento de Martita a Borneo donde pensaba ayudar a civilizar unas tribus de caníbales.
El desconsuelo de amores perdidos llevó a Severino a profundizar el estudio de las “Centurias” de Nostradamus y también "De Mysteriis Aegyptorum". Como consecuencia sus tangos comenzaron a tener frases enigmáticas como en “El conventillo de Ptolomeo” allí escribió: “de puro guapo no aceptaré el secretismo piramidal de tu arrogancia y desharé tu boca a toallazos si insultás a mi vieja o me tocás al pibe” el estribillo repetía nueve veces “Seguro que mañana llueve”; lastimosamente, al otro día, un sol radiante lo entristecía y desacreditaba.

Sus presentaciones en el Club Social de Barracas muchas veces terminaron con botellas volando por el escenario y con la policía poniendo orden a palazos, que es como de costumbre surge el orden en muchos lados.

La última vez que lo vieron fue en Pompeya donde el público deseoso de oír y bailar El Choclo recibió en cambio la “Milonga de la pitonisa de Morón” donde predijo la goleada de Boca sobre su adversario mortal River por tres a cero. Pero River se impuso “a la mitad más uno” y el destino quiso que un fanático le reclamase a golpes su amargo desacierto. Desanimado y bastante golpeado se alistó en la Legión Extranjera y nunca más nadie lo volvió a ver.

Solo mi tía Anacleta lo extrañó. Sabía que cualquiera podía estudiar para pasar una receta médica, calcular la masa atómica relativa de un átomo de litio, o tocar sin pifiar “El entrerriano”. Pero ser clarividente ya no era para todos.

El anhelo de saber el futuro hace que a veces algunos tangueros se pierdan en un camino errado. Y dejen en su huella algo más trágico que el tango.

Puede ser que el futuro no exista, que lo que va a pasar ya pasó, y que vivamos estáticos en una ilusión donde el tiempo sea apenas una quimera más y el movimiento una creación de nuestra esperanza. Tal vez los adivinos lo sepan, pero prefieren ser devorados por lo imposible que por la certeza de nuestro ineluctable Final.

Buenas noches.

















sábado, 20 de noviembre de 2010

Aquí se anotó la nata de la Nato

Se vino la cumbre de la Nato. Los preparativos locales han correspondido a la reunión. Todos están bien vestidos, con corbata, sirviendo naturalmente (y como debe ser) a la paz.

Los medios de comunicación nos agobian con excitante información, comentan la mirada de un eminente político a un techo, la intención de identificar nuevas amenazas para los países miembros y también sobre posibles alianzas estratégicas con objetivos aún no detallados.

El ciudadano común observa atento la información suministrada por los noticieros y mientras come una naranja de postre, un periodista le informa, cual Baudelaire de trapo, que en esta reunión “quieren enterrar los fantasmas de la Guerra Fría”. Enterrar fantasmas es un trabajo muy difícil; me lo han confirmado varios sepultureros. Pero toda tentativa de orden es loable, y mucho más si se trata de fantasmas.

Entre otras cosas los medios de información han destacado que el perro perteneciente a la familia del presidente Obama ha recibido gran atención en este evento, pues Obama ha recibido una estatua de bronce representando a un cánido, específicamente el "perro de agua portugues". Acto que de una manera tangencial homenajea a todos los perros altruistas que en este mundo dan alegría a tantas familias, lamiendo hijos, saltando y buscando palitos.

En medio de los regalos están siempre las reuniones de trabajo y el deseo fraternal de parar una posible llovida de misiles. Que podrá naturalmente incomodar a algunas personas y es deseable que no suceda.

Está descartado momentáneamente un ataque de guerreros de la galaxia Orión por falta de gasolina. Y los Klingons están abstraídos leyendo el nuevo libro del ex presidente G. W. Bush. Cosa que no nos sorprende pues es siempre entretenido leer alguien que dice: «Creo que estamos en un camino irreversible hacia más libertad y democracia. Pero las cosas pueden cambiar» .

De modo que en unos días el tránsito de Lisboa será volverá a su estado natural, y una próxima reunión agrupará nuevamente esta incesante comitiva en otra parte del mundo para más de lo mismo: El fin de las guerras y la paz en el mundo.

Era deseable que termine todo bien. Como en muchos cuentos tradicionales, sin crisis inflacionarias, con un gran baile para cerrar el evento. Todos los invitados vestidos de gala, cada uno con su respectiva copa de champán. Quizás podrían bailar un tango, Por una cabeza sería adecuado. Así, satisfechos, terminarían el arduo trabajo de dos días de celar por el bien de la humanidad y posiblemente de la via lactea.

Buenas noches,

lunes, 8 de noviembre de 2010

Estadísticas del progreso o el progreso de las estadísticas

En cuanto escuchaba “A fuego lento” por el Quinteto Real y me hacia un bife, leía de ojito en la primera plana del diario sobre los desastres financieros locales y las escuálidas perspectivas de futuro. Para mi sorpresa en un cuadradito de la misma página, un titular de ostentosa pequeñez nos explicaba que según las estadísticas estamos mejor ahora que hace 40 años.

Fui enseguida al artículo, se trataba de un extenso relatorio del “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo” los autores escriben que “sin lugar a dudas el mundo es hoy mucho mejor hoy que en 1990 o en 1970”. Por qué no mejor que en 1478? me pregunté.
Leí rápidamente las dos páginas ilustradas con bonitos gráficos, donde el optimismo matemático de los autores se contradecía con la totalidad de las noticias que el diario traía. Pero cuando las naciones están unidas, el desarrollo es así y cuando hay que desarrollar no hay más remedio que evolucionar hasta mutar para mejor. Y en el papel, siempre que no sea higiénico, todo mejora.
Comer un bife en estas circunstancias es siempre complicado pues el número de preguntas y de respuestas simultáneas que me asaltaron complicaron la ingesta transformándola en un acto de irreflexión estomacal y un posterior sacrilegio mental.
Ya el Quinteto Real había dejado de sonar.
Espero que el “Mejorómetro” de este programa de desarrollo funcione bien, pensé, y que hayan medido la mejoría del planeta Tierra y no la de Disneylandia. Pues cuando alguien empieza a trabajar con números las cosas son siempre inexactas, cuantificar el costo del tomate puede ser fácil, si no hay hiperinflación o recesión, o tal vez medir la altura de una pulga sea aún más fácil. Pero medir el nivel de educación de una población no se puede hacer con esta ingenuidad matemática. Y esto, dando por sentado que el suministro de esos números sea fidedigno y no falsificaciones para mejorar deliberadamente las propias estadísticas. Por suerte, sabemos hoy que nadie miente de tanto que han mejorado las cosas.

La gente después de leer estas estadísticas, podrá ser aún 150% más feliz. Algunos hasta podrán sonreír más en un 15%, viendo como el noticiero nos enseña diariamente a vivir con menos y a aceptar esta realidad como la única posible.
El medio bife se enfriaba mientras leía que los autores, con la amabilidad mejorada en un 75%, nos indicaban también cuales eran los seis países más felices de la Tierra.
Con este resultado los 129 países restantes serian menos felices o por lo menos no tan felices que esos seis. Esto podrá ser un motivo de tristeza, o quizás es mejor decir de menos alegría. Si no podría bajar más el nivel de desarrollo global de felicidad, por eso los autores recomiendan no entristecerse demasiado, pues como consecuencia traería un nuevo déficit de felicidad. Malo para la humanidad y principalmente para la estadística de este programa de desarrollo.

"Tanta exactitud solo puede llevarnos a la destrucción", dijo mi amigo “el chueco” Ortiz, que miraba el noticiero mientras se comía el resto de mi bife, "y esa será nuestra salvación", agregó. "Quedate tranquilo, en el fin de los tiempos no habrá estadísticas y el silencio se habrá comido a los números", remató.
Yo puse otra vez “A fuego lento” y me distraje en un 7,5% con una galletita y un café.



Buenas noches.