Anteayer el ministro de economia Cómico Pereira, un gordito siempre sonriente expuso públicamente su valiente estrategia para hacer salir a Portugal de la crisis catastrófica en que se encuentra: exportar pastelitos. Aclaro él piensa que son riquísimos y que podrían competir en el mercado con grandes compañías como Nestle o Mc Donald’s.
Confesó que no entiende como en New York, Paris y Buenos Aires no se come el “pastel de nata” pero nos aseguró que con su esfuerzo la internacionalización del pastel hará que su exportación supere el actual producto interno bruto, que por ahora tiene más de bruto que interno. Pero cuando queremos a la patria, cuando la amamos de verdad tenemos el futuro asegurado.
Después de su exposición el “milagro del pastel” fue discutido en el parlamento portugués, donde los políticos defendieron rabiosamente apenas sus propios partidos. Con ironía y mal gusto los representantes del pueblo, los elegidos, proyectaban el futuro del país hablando sobre el famoso "pastel de nata" discutiendo de manera ramplona y grosera. Cada uno de los intervinientes hizo una demostración penosa de defensa de los intereses del pastel partidario.
En el medio de este sainete, diariamente son despedidas miles de personas de sus puestos de trabajo. A los viejos les cortan la jubilación que ya era miserable, y privatizan salvajemente patrimonio. La exportación es la única posibilidad de crear una economía competitiva pero nadie quiere comprar… milagrosamente la fé venderá pastelitos de Melbourne a Los Angeles…
El ministro Cómico, con su barriguita llena, no tiene problemas. Come un pastelito y después con estas brillantes ideas, sigue vendiendo patrimonio a los chinos y favorece los amigos de su partido.
Dios y la patria lo agradecerán.
Buenas noches.
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