Los grandes están con los grandes y los pequeñitos con los pequeñitos como pregonaba Carlitos Darwin.
Pero el tema aquí es la parte musical del espectáculo de cierre de las Olimpiadas, que fue como degustar un pan viejo, mojado y con moho acompañado de un vino ácido e indigesto.
Los parámetros del Imperio son infalibles, inflexibles y pusilánimes. La gente tiene que digerir basura. Basura cara, en este caso, bien organizada. Basura limpia, puntual e insulsa tal como el pueblo, los príncipes y demás monarcas presentes habrán apreciado.
La Aristocracia comandada por la Bestia, con su grosero y eficaz engranaje, dio lugar a otro ritual. No hay arte que nos harte más que este espectáculo de coordinación, de lucecitas sincronizadas, de coritos de niños, al que no lo salvó ni la aparición de los muertos célebres. Muertos que este propio sistema mató deliberadamente y que como se comprueba aún dan réditos.
Fue la organización de un ritual que va más allá de la comprensión de la mayoría de sus participantes.
Esa noche la música estuvo ausente. Solo había una masa vampirizada, que hechizada por brillantes artificios, testimonió el ruinoso augurio del Nuevo Tiempo, del Nuevo Progreso.
That has such people in't."
Guillermo Arévalo Shakespeare, el macho tempestuoso.
Cuídense.
Buenas noches.
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