sábado, 16 de noviembre de 2013

La música y el sentimiento ariano-democrático



En Barracas me hablaron por primera vez de Otto Jitler, cerquita de la plaza Colombia, en un pequeño café llamado “El pensamiento”.

Don Otto fue uno de los tantos inmigrantes europeos que fue a parar a Argentina escapándose de la guerra. Guerra que este gran territorio de colonizadores organizó para dominar o exterminarse en familia, gracias al noble desarrollo cultural que el hombre blanco supo conseguir. Y cuyos resultados podemos confirmar hoy: siglo XXI, creo.
 
 

“La música es un arte demo-ariano”, decía con orgullo el Dr. Otto Jitler, politólogo y musicólogo de profesión y catador de vinos por afición, sostenía también que difícilmente vamos encontrar mejores represores que un músico.

Alguien que ordena frequencialmente su vida, y establece reglas para él y para los otros es digno de elogios, a partir de aquí solo podremos mejorar física y espiritualmente. “Con orden y progreso sonoro, la humanidad alcanzará su cometido de desarrollarse positivamente como entes biorepresores”, decía frecuentemente cuando saboreaba un vaso de vino patero.


Les dejo algunos de sus pensamientos escritos en sus 666 libros de bolsillo de lectura casi rápida. Con los cuales algunos podrán o no concordar como sucede en la mayoría de los devaneos de la mente.

“Ud. canta desafinado, es de raza inferior.”

“Ud. no reconoce un trombón del mugido de una vaca, debe ir a un campo de concentración para concentrarse y aprender. Luego de aprender debe morir porque cometió un error demasiado grave.”

“Ud. no sorprende a su colega con un acorde de séptima menor pues no ha hecho con el nada nuevo, debe ser fusilado.”

“Ud. no entiende porque le tiene que gustar la  novena sinfonía de Beethoven, deberá ser condenado a 50 años de trabajos forzados en la selva negra.”

“Ud. toca el ukelele y falla en la interpretación de la cabalgata de las valquirias, dos años desayunando con aceite de ricino.”

“Ud. debe entender que es inferior si pifia una nota en las variaciones de Palomita Blanca. Hay que cortarle las manos.”

“Ud. tiene que disfrutar con la música que los profesionales le sugieren que son saludables.”

“Ud. no tiene gusto musical, ni oído gastronómico. Tiene que tomar clases urgentemente o será ejecutado a chicotazos.”

“La sensibilidad de un músico es enorme. Vean los jóvenes maestros dirigiendo la Consagración de la Primavera, con esos gestos estimulantes, grandilocuentes, que revelan el placer digno de los seres superiores, de los arianos demócratas, que superan de lejos la sensibilidad de los demócratas-pobres, de los demócratas-feos y de los demócratas-iletrados.”

Así escribía en su “Historia de la Buena Música” el Dr. Jitler. “Los hombres de Dios debemos tomar la espada para educar en democracia. Y saber cuando es necesario organizar una matanza en masa para salvar a la patria. Así, en democracia-ariana, viviremos con justicia, dignidad y limpieza sonora.” Decía sentencioso en su libro “Brigada 440”.

“Otros fallaron, nosotros venceremos.”

Algunos cuentan que Jitler terminó su vida hace unos años cuando un colectivo 33 lo atropelló y le pisó la cabeza, pero otros discordan y dicen que, rejuvenecido, ha vuelto a Europa donde vive en el anonimato. Viajando de país en país  para asesorar a varios políticos sobre la libertad y la justicia del este joven siglo.

Buenas tardes,

 

martes, 5 de noviembre de 2013

Sonrisas excesivas



Los hombres de tango saben que existe una gran variedad  de sonrisas en las caras que andan por ahí.
Amigas o sarcásticas, las sonrisas se reparten entre los hombres de buena y mala voluntad así en la tierra como en el cielo.
No  todas las cosas son lo que parecen. La comunidad jesuita y científicos de la NASA comparten este pensamiento.
"Pocas cosas son la realidad inteligible" me decía mi abuela que además sugería que debíamos tener un gesto iconoclasta  frente a la pequeñez de la realidad perceptible, principalmente cuando tomamos un mate amargo y no hay bizcochitos de grasa.


Hay varios tipos de sonrisas.  Y yo las prefiero espontaneas,  porque todas las otras esconden la cultura cínica de la sociedad y sus buenas costumbres. Hoy, como otrora, el hombre sonríe forzadamente porque lo exige su cultura, su educación social o su conveniencia. O mucho peor: por diplomacia, el arte de mentir para sobrevivir en sociedad.
Es vistoso ver cuando el Sonriente Excesivo actúa y te pregunta ¿cómo estás? aunque le interese un pito a la vela. Este, sin embargo, con prudente sentido de la educación te pregunta “¿Cómo estás?”  y reprime su natural indiferencia por vos substituyéndola con lo que entiende ser  un gesto de importante interés social. Esta “buena educación” nos indica que si sonreímos tendremos un posible enemigo neutralizado.

 
Con sentido del deber y como practicantes de  “buenas costumbres” los Sonrientes Excesivos preguntan y desean que tu respuesta sea breve y positiva, de otro modo preferirán masturbarse viendo una  National Geografhic que oírte decir  algo de vos.
Hay siempre algo poderosamente malvado en una sonrisa excesiva. Hay un claro anhelo de manipular al otro. Hay una cordialidad traidora resumida en un gesto enfermo.

A todos los Sonrientes Excesivos les deseo que revienten, y ardan eternamente en el averno,  donde todos los de su casta se pregunten perpetuamente, los unos a los otros, “¿Cómo estás?”  y oigan diariamente la respuesta con una sonrisa: “Bien, en el infierno estamos bien”.
 

Buenas noches,