sábado, 30 de octubre de 2010

Gardel, su origen y la posible composición de su plasma sanguíneo.

Los más polémicos historiadores del tango son sin duda los hermanos Lechuza.
Anselmo y Oliverio Lechuza investigan fervientemente la vida, la obra y otras minucias y grandezas de los nobles tangueros de antaño, de hoy y de siempre, sin temer al qué dirán.
Y ahí nomás, mate en mano, me contaron sus conclusiones sobre la verdad del origen de "El mudo", que desde hace años nos arrasa el cerebelo con sus misterios y excentricidades.

Estos investigadores de Constitución, que ocasionalmente trabajaron para Scotland Yard, para Fabio Zerpa y el FBI, me dijeron de sopetón que Gardel era en verdad sirio.
Sirio! Dije con admiración, mientras me cebaban un mate amargo. Hablaban de Uruguay, Francia. Pero Sirio? De medio Oriente?
No, respondió con su voz metalizada Oliverio Lechuza. Mirá, Tanguito, te estoy hablando de su procedencia alienígena. De la estrella Sirio de la constelación Alfa Canis Majoris. Lo estuvimos investigando y poco antes de 1890 hubo un importante movimiento de naves espaciales y en el fondo la estrella está acá nomás, apenas a 8,6 años luz del Sistema Solar. No sabemos ciertamente porque, pero una nave cayó en la Pampa y de ahí salió "el Zorzal".

A partir de aquí enmudecí y escuché los relatos de los biógrafos. Desde los poderes telequinésicos en el Colegio Pio IX de Buenos Aires donde se hospedaba con Ceferino Namuncurá, (Me contaron que juntos se divertían haciendo levitar macetas y las reventaban chocándolas contra las rejas del Colegio), hasta la resistencia al balazo que recibió en 1915 y le alojó una bala en un pulmón.

Una de las experiencias más sorprendentes ocurrió durante su gira por Italia donde le colocaron un contador Geiger, ya mejorado por Walther Muller, en el micrófono y detectaron radiaciones ionizantes compuestas, entre otras cosas, por partículas alfa y rayos gamma que avergonzarían a cualquier acelerador de partículas. Parece que cuando cantaba "Caminito" el número de partículas radioactivas aumentaba exponencialmente, según Anselmo Lechuza esto ocurría estimulado por el deseo de volver a su añorada constelación. Cuando cantaba el verso "caminito que el tiempo ha borrado" era inevitable: desataba una orgia de rayos gamma y rayos x. Así, sin querer, terminó con la vida de varios técnicos y sonidistas; contaminándolos con radiaciones.

Pero mayor fue mi sorpresa cuando relataron que comiendo un bife de chorizo con Tito Lusiardo en el "Palacio de la papafrita" se cortó un dedo. Y en el hospital donde lo atendieron consta que detectaron en el plasma sanguíneo partículas desconocidas orgánicas e inorgánicas, y un alto porcentaje de hidrocarburos como butano, buteno y metilnaftaleno (en otras palabras: gasolina). Los médicos y enfermeros que lo atendieron desaparecieron unos días después. Pero los registros se conservaron. A Tito apenas le dijo: "Vos quedate musa y seguí bailando, campeón"

A partir de aquí me sentí un poco cansado, los mates se estaban enfriando, y tal vez era mucha información para una tarde. Con la vista algo nublada, me despedí de los hermanos prometiendo una nueva visita.

Saliendo de la casa de los Lechuza, pensé en "Volver" y sentí esa extraña sensación de nostalgia, donde lo lejano nos hace un nudo en el pecho, y los fantasmas ya no nos parecen extraños porque nos diluimos en la ciudad convertidos en difusos hologramas. Tomé un colectivo cualquiera y creí ilusoriamente que volvía a casa.

Buenas noches.





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